Sous le ciel d’Eiffel | Relato de junio #OrigiReto2019

La montaña de basura se alzaba en un equilibrio irregular. Tambaleaba un poco mientras intentaban caminar sobre ella. Iban con cuidado para no resbalar entre la pila de cacharros y trastos viejos. No serían los primeros, tampoco, pero a nadie le gustaba caer sobre una pila de lavadoras viejas y mohosas, revistas pegajosas y bultos extraños. El primero en llegar a la cima fue el robot que se sentó en la pequeña explanada que encontró a esperar a su compañero. Desde allá arriba podía ver el desierto de basura que había crecido a lo largo de los siglos en aquel punto exacto de la Galaxia. Grandes dunas como montañas crecían en el horizonte. También, a lo lejos, podía verse el humo que salía del meteorito Eiffel, estrellado hace mucho tiempo en aquel vertedero espacial. Proporcionó un espacio de tierra para poder establecer una pequeña colonia y pronto se convirtió en hogar de personas sin recursos, vagabundos, parias y grandes empresas dispuestas a vivir del sufrimiento ajeno. «Al menos es lo que dice Benjamin», pensó.

Benjamin Kidd escaló torpemente hacia la cima, agarrándose del saliente de la explanada y haciendo una fuerza descomunal, su hombro crujió y con un gemido ahogado escaló el último obstáculo. Se tumbó en el suelo y respiró hondo durante varios minutos. Cerró los ojos.

—Maldita sea —Respiró muy fuerte y tragó saliva después, mientras a tientas buscaba su cantimplora llena de agua—. Una escalada más como esta y no saldré vivo, Scrapp.

El robot, que miraba al horizonte, giró la cabeza sobre sí y con una mirada desaprobadora se levantó y caminó hacia su compañero.

—Los gayanos venís del mono, ¿no?—preguntó con su habitual voz artificial.

—Bueno, no exactamente —contestó Kidd entre toses—. Venimos de una raza parecida a nosotros, creo, homo algo, no lo sé, hace mucho de mi vida escolar… ¿Por qué lo preguntas?

—Nada importante: me sorprende tu incapacidad para muchas de las actividades físicas que realizamos. Analizando tus orígenes, me preguntaba si de verdad había una evolución o una involución.

—Muy gracioso, Scrapp…

Kidd se levantó lentamente, ignorando la risa metálica del robot y miró a su alrededor. Tuvo dos sentimientos encontrados. Por un lado, se maravilló por las vistas y lo curioso que era el brillo de los dos soles sobre toda una hilera de basura pues creaba luces de muchos colores que dotaban a todo aquel lugar la sensación de estar dentro de un sueño. Por el otro, se le erizaba la piel de la nuca y le ponía alerta. Era el olor. Un olor nauseabundo que tenía casi vida propia.

—¿Ves algo interesante?—preguntó a Scrapp que utilizaba sus ojos retráctiles como unos prismáticos.

—Chatarra. Basura por todas partes.

—¿En serio? ¿Para eso nos gastamos todo nuestro dinero en tu “fantástico radar”?

—Un momento, espera…

Scrapp saltó por el borde de la cima y se dejó caer por la resbaladiza montaña, que empezó a temblar desde la base hasta la punta. Kidd trastabilló y pegó un grito.

—¡Maldito robot, nos vas a matar!

El robot se detuvo lentamente agarrándose con sus manos a los distintos electrodomésticos y piezas de chatarra a su alrededor y cayó en un pequeño saliente. Hizo señas para que Benjamin bajase. Al principio se negó, pero poco a poco se dejó caer como había hecho su compañero, aunque con menos maña. Scrapp lo ayudó a no caerse y se quedaron en silencio mirando el enorme hueco que había delante de ellos. Parecía una cueva. La montaña temblaba un poco.

—Es aquí, Benjamin. Dentro. Hay algo, estoy seguro. Es como si el radar me golpease entre los ojos. Es bastante molesto.

—Te entiendo, amigo. Tener migrañas es una mierda. Vamos.

Entraron con cuidado, sintiendo cómo vibraba la montaña bajo sus pies y sobre sus cabezas. Kidd tragó saliva. «Cualquier mal movimiento y se acabó, pensó, ¡hasta aquí la fantástica aventura de Benjamin Kidd el Cazador de Tesoros!». La luz de los ojos de Srapp brillaba entre cristales y electrodomésticos rotos. La caverna se adentraba más y más en la montaña. Al cabo de un buen rato el robot se detuvo en seco.

—¡Mira! Por fin lo hemos encontrado— Kidd miró hacia donde apuntaba su compañero. Había una bicicleta oxidada.

—¿Una bicicleta? ¿Ese es el fastuoso tesoro?

El robot, sin contestar, se acercó al vehículo oxidado y lo miró de arriba abajo. Benjamin se aproximó a Scrapp observando cómo limpiaba la bicicleta maravillado. «Bueno, a lo mejor podemos vendérsela a la vieja bruja, algo nos dará», pensó cabizbajo. Un brillo extraño le hizo girar la cabeza. Era una especie de puerta incrustada en la pared. Parecía de una cápsula de escape, como de una nave espacial. Precavido, sacó su pistola de la funda y se acercó poco a poco. Accionó, con cuidado, el botón de la puerta que se abrió con un chasquido. Apretó los dientes. El robot no se inmutó. Benjamin asomó tímidamente la cabeza. En el asiento del piloto había una pequeña pelota verdosa que le cabía entre las manos. La miró detenidamente, en silencio. Era muy bonita. Había encontrado su tesoro.

Una nave negra y estilizada aterrizaba en uno de los hangares improvisados de Eiffel. De ella bajaron tres figuras embutidas en sendos trajes negros con corbata. Miraron alrededor a la vez, como una extraña criatura de tres cabezas. La ciudad, si se le podía llamar ciudad a aquel conjunto de chozas y edificios de barro y piedra, estaba, curiosamente, llenísima de gente. Había varios puestos de comida, otros donde vendían chatarra barata y otros sitios más oscuros donde ofrecían cosas más ilegales. Las tres figuras caminaban entre la multitud recibiendo todo tipo de miradas: sorprendidas, extrañadas, recelosas. Estas últimas se incrementaban más conforme iban acercándose a las partes más peligrosas de la pequeña ciudad. No obstante, los tres trajeados no parecían darse cuenta. Se detuvieron en mitad de la calle. Las personas de alrededor los vadeaban con gruñidos e incluso algún insulto. Miraron, otra vez, al unísono hacia un lado, luego hacia el otro. Volvieron a caminar. Llegaron a una tienda con un cartel en forma de rueda: «Recambios La Roue». Un hombre tapaba un agujero de un neumático con cinta aislante. Se giró con brusquedad al ver a aquellas figuras observándolo. Guardó la cinta aislante y mostró su mejor sonrisa de vendedor. Con apenas dos dientes.

—¡Bienvenidos a La Roue! Soy Mathieu y soy el mejor mecánico de todo este vertedero.

Una de las figuras se adelantó y revolvió entre sus bolsillos. Sacó una especie de papel arrugado. Mathieu lo miró receloso.

—¿Ha visto usted, por casualidad, este pequeño vehículo? —El trajeado le enseñó una fotografía donde había una nave pequeña, blanca y redonda.

—Eh, bueno, no, no me suena de nada, lo siento… —contestó el señor con aire despistado—. ¿Os interesan mis servicios como mecánico o no?

Las dos figuras más alejadas se acercaron también.

—Usted es el señor Mathieu Breton, ¿verdad? —dijo una de ellas, encorvando la espalda hacia el mecánico. Las otras dos lo imitaron. Parecían buitres posados en la rama de un árbol, impacientes. Mathieu tragó saliva.

—P-p-p-puede ser, ¿q-q-quién l-lo p-p-pregunta? —respondió tartamudeando. Sacó de un bolsillo un pañuelo mugriento y se lo pasó por la frente.

—Somos los hermanos Vautour, aquel es Galois, este Alembert y yo soy Poincaré—. Mathieu no pudo distinguir a ninguno de los tres del resto de sus hermanos —Nos envía, Monsieur Levasseur, ¿le suena de algo ese nombre?

—C-c-c-claro, un hombre honrado donde los h-h-haya…

—Bueno, si por honradez usted entiende extorsionar y asesinar, nuestro jefe es la persona más honrada que conozco —contestó con una risita el tal Galois, ¿o había sido Alembert?

—Como ha dicho usted, Mathieu, Monsieur Levasseur es un hombre honorable y recuerda sus promesas. Todavía recuerda cómo usted le salvó la vida en la guerra. Y, podríamos decir, que nosotros tres venimos en su nombre para saldar esa deuda. ¿Sabe dónde podríamos encontrar más información sobre esta nave?

—O-o-oh, claro, claro, podéis probar suerte más abajo… Madame Poubelle suele estar al tanto de todo lo que ocurre en este estercolero —contestó el mecánico esbozando una sonrisa de alivio.

—Bien, muchas gracias. Vamos, hermanos.

Galois y Poincaré avanzaron hacia la dirección indicada, pero Alembert no siguió a sus hermanos, metió su mano entre los pliegues de su traje y sacó una pistola. Varios cuervos que pululaban por alrededor echaron a volar.

Benjamin Kidd y Scrapp salían de la enorme choza donde colgaba un cartel luminoso y espantoso: «Poubelle. Precios Económicos». El robot tenía la bicicleta a un lado. Se quedaron quietos durante un momento, sin saber bien qué decir.

—Vieja bruja… —masculló Kidd, entre dientes.

—Creo que nos la tiene jurada desde el incidente con aquella radio.

Benjamin sacó la bola verde y la sujetó con cuidado entre sus manos.

—¿Crees que nos pagaría algo por esto? —preguntó al robot.

—¿Te puedo ser sincero? Lo dudo —contestó examinándolo por encima—. Parece una lámpara antigua. O un jarrón.

—De todos modos… Es mi tesoro, no pienso dejar que esa vieja bruja le eche la zarpa.

—¡Eh, vosotros!

Una voz surgió del fondo de la calle y vieron a tres figuras en traje que se acercaban con velocidad hacia ellos. Kidd metió la bola entre sus bolsillos. El robot y él se miraron y dieron un paso hacia atrás, con cuidado. Galois, Alembert y Poincaré sacaron sus pistolas al mismo tiempo.

—No deis un paso más —dijo Poincaré, el más alto—. Si os portáis bien, nadie saldrá herido.

Benjamin y Scrapp se detuvieron en seco. El robot le dio un codazo. Se miraron. Sus ojos señalaban la funda donde Kidd siempre ocultaba su pistola. Puso cara de susto. Tragó saliva y se adelantó un poco. Los hermanos se acercaban poco a poco, acechando.

—¿Qué queréis? —preguntó Benjamin.

—Nada importante, una baratija. Esa bola verde que tienes en tu bolsillo.

—Ah, vaya, entiendo. ¿Y si no os la doy?

—Bueno, no queremos montar un escándalo, pero tu cuerpo servirá de comida para cuervos y tu amigo quedará muy bien entre trastos viejos y rotos.

—Oh, bien, claro. Os la daré.

Metió la mano entre los bolsillos y tanteó a ver qué encontraba. Agarró algo con fuerza y sin previo aviso lo lanzó contra los tres, que se quedaron mirando al objeto mientras caía. Kidd cogió la bicicleta en ese segundo de distracción.

—¡Corre, sube!

De un pisotón en el suelo se impulsaron calle abajo. Giraban con toda la prisa que podían intentando esquivar a las personas de la ciudad, los puestos de comida y algún que otro vehículo. Desde sus espaldas les llegaba el sonido de disparos y maldiciones. Scrapp giró la cabeza sobre sí mismo y abrió mucho sus ojos metálicos.

—¡Mierda, Benjamin, han cogido una furgoneta en tiempo récord, pronto estarán cerca! —dijo, asustado.

—No te preocupes, Scrapp, yo me conozco este desastre de ciudad como anillo al dedo.

Giró la bicicleta con un movimiento brusco hacia un callejón estrecho donde apenas cabían los dos: el cuerpo del robot soltaba chispas al chocar con la pared. Salieron a una calle que parecía más desierta y aminoraron un poco. Kidd jadeaba.

—¿Por qué no les has disparado con tu pistola?

—Es de juguete, no tiene balas. Es para disuadir. Requisito indispensable para un cazatesoros —contestó Kidd con dificultad.

—¿Cazatesoros? Benjamin, eres un chatarrero, como yo.

Avanzaron lentamente entre callejones y llegaron donde habían aterrizado su nave hacía varias semanas. Decidieron que, a lo mejor, era hora de irse de Eiffel. Quizá buscar respuestas. ¿Qué era aquella bola? ¿Por qué era tan importante para esos tíos? ¿Por cuánto se podría vender? Se bajaron de la bicicleta y se acercaron a la puerta de la nave. Una vieja chatarra más en toda aquella basura. Vieja, pero confiable. Scrapp entró en la cabina y empezó a accionar los botones. El motor se encendió. De pronto en la luna comenzaron a rebotar balas. Kidd se metió corriendo y cerró la puerta. A lo lejos corrían los tres hermanos, disparando.

—Les ha debido molestar la lata caducada.

Ambos se miraron y comenzaron a reír. La nave se alejó volando.

Este relato pertenece al #OrigiReto2019, el reto de escritura creado por Stiby (ver blog) y Katty (ver blog).
Título: Sous le ciel d’Eiffel
Objetivo: 7 (Un relato que no suceda en la Tierra)
Objetos: 9 y 35 (Una lata de conservas caducada y una bicicleta)
Palabras: 2016 (según contadordepalabras.com)
Test de Bechdel: No
Medallas: Destino Funesto (1/3)

Si me animo, subiré la pegatina junto con el microrelato (que esperemos no tenga que publicarlo el domingo agobiado por el tiempo). Si no, como medida extraoficial subiré la pegatina sola, teniendo el permiso de Katty por ser el nuevo. ¡Espero con ganas vuestros comentarios!

Imagen: https://www.pinterest.es/pin/137570963594659803/

14 comentarios sobre “Sous le ciel d’Eiffel | Relato de junio #OrigiReto2019

  1. Buenas noches

    Pues leído el relato. Me ha gustado mucho. Me gustan mucho los relatos de ciencia-ficción y este cumple los estándares del género. Muy interesante la relación que hay entre el robot y Benjamin

    Por otro lado, has llamado a los tres tipos trajeados Galois, Poincaré y Alembert. Je, je, je, matemáticos los tres si no recuerdo mal. Cientifícos todos seguro.

    El final queda abierto, ¿habrá continuación?

    Luego, no he visto erratas salvo dos cosas, una que es una duda y la otra que no sé si falta algo.

    «Miraron, otra vez, al unísono hacia un lado,» No sé si ahí sería mejor «a la vez». Al unísono me inspira más la idea de «con unanimidad», que puede ser lo que querías decir. No es un fallo, es una duda.

    La segunda cosa es «tres figuras en traje que se acercaban con velocidad hacia ellos.» No estoy seguro, pero ¿no falta algo en «con velocidad»?

    Por lo demás, escribes de maravilla, con muy buen estilo.

    Un saludo.

    Juan.

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    1. ¡Gracias!

      La verdad es que en cuanto empecé a ordenarme los objetivos y los objetos el relato me vino solo a la cabeza. Era una idea que tenía dentro desde hace mucho, así que he aprovechado el momento y la he podido realizar.

      ¡Sí! Los nombres de Galois, Alembert y Poincaré son matemáticos franceses.

      Puede ser, yo había escrito al unísono pensando en la idea de moverse a la vez. Al escribir me ha surgido decirlo así, como sí al moverse todos hiciesen el mismo ruido. No sé si me estiu explicando.

      En cuanto a lo de «con velocidad», no estoy seguro de que falte algo. Pero puede ser.

      ¡Muchas gracias por haberte tomado la molestia de leerme! Y me alegra muchísimo que te haya gustado.

      Un saludo.
      Miguel

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  2. Hola Miguel, para ser tu comienzo en este reto me has impresionado demasiado con tu narrativa. Me entretuvieron mucho las aventuras del protagonista Kidd y el robot Scrapp en ese escenario lleno de chatarra (si se le puede decir) espacial que has creado. Y también la parte de la persecución con los tres tipejos para recuperar ese objeto que tanto querían obtener. Es todo lo que tengo que decir. Recibe mis más sinceras felicitaciones,

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  3. Hola Miguel. Empiezas el Origireto con buen pie. Esa mezcla (para mi mente) de Wall-E, Star Wars y El quinto elemento ha llamado mucho mi atención. Buen ritmo, acción y un final abierto que nos hace suponer que pueden ser protagonistas recurrentes. Felicidades y bienvenido.

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    1. ¡Muchas gracias! La verdad es que el ritmo era algo que me preocupaba, porque me daba miedo no hacerlo bien. No estoy muy acostumbrado a escribir escenas de acción o casi, que tampoco es que haya habido mucha acción, pero al final he quedado contento con el resultado. ¡Es que es difícil! Y siempre que les encuentre hueco intentaré usarlos más, a ver qué se me va ocurriendo. ¡Gracias otra vez!

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  4. ¡Hola!
    No creo que sea tu primer relato, posiblemente para el Origireto si, pero se ve que tienes una buena imaginación. Lo de los nombres, ya puedo decir que he aprendido algo el día de hoy jejeje. Me ha gustado el escenario y los personajes y en relación a los hombres en traje me recordó a Men in Black jajajaja.
    Ha sido un honor leer tu relato, espero la continuación.

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    1. ¡Gracias por comentar! No, no, no es la primera vez que escribo (para el OrigiReto sí, claro). Desde pequeño he querido ser escritor y siempre he estado escribiendo cosas aquí y allá. No puedo considerar eso un currículum real, así que digamos que llevo un par de años tomándomelo mucho más en serio.

      Pues, te digo aquí, en «petite comité», que los nombres de los personajes del relato esconden algún secreto.
      Muchas gracias por pasarte a comentar, de verdad, si el honor ha sido mío 😍

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  5. Arte Ci-fi se le llama a edto. Estupendo relato miguel :3 me encanta la.entereza de la historia, se siente una situacion natural, nada forzada, los personajes, el lugar, y la historia fluyen bien y encajan perfectamente en un ambiente futurista no-terrestre total. Me ha encantado, sinceramente, aportación perfecta en tu primer relato para el reto ^^ estoy súper orgullosa de ti ya jajaja un abrazote y bienvenido 😛

    .KATTY.

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  6. Está muy bien, EXCELENTE el relato, me lo he pasado fenomenal. Desde el punto de vista semántico y de contenido, el argumento es elocuentemente original y desdibuja un escenario tan surrealista como fascinante. Una ciudad con un estercolero de chatarra y todas esas figuras retóricas, personajes variopintos, como los tres trajeados que se mueven igual, y giros bonitos y agradables que crean una película visual sugerente. Es como si lo estuvieras viendo.

    Desde el punto de vista sintáctico y morfológico estaría de acuerdo con el comentarista Juan cuando opina en esas construcciones sintácticas que pone de ejemplo. Porque «al unisono» se me ocurre que hace referencia no a una locución adverbial de tiempo, como es ésta, que deba acompañar a un verbo con la idea de movimiento, «se movieron al unísono» sino a la verbalización, pongamos por caso, si fuese hablar «los dos dijeron al unísono»; ahí se expresan dos voces identitarias que hablan al mismo tiempo y sería más acorde, pero igual me equivoco, me corriges si acaso, porfa. A la otra estructura le debería acompañar un verbo para reforzar cuando refiere «tres figuras con traje que se acercaban con velocidad hacia ellos», ahí observo dos cosas: «a ellos» es un objeto indirecto de persona, ¿a quiénes se dirigían con velocidad? a ellos – por tanto, es mejor decir «tres figuras con traje que se les acercaban con velocidad», sustituyendo «a ellos» por un pronombre reflexivo que va junto a otro pronombre, «se les» acercaban, consiguiendo hacer una frase más corta atendiendo al principio lingüístico de economía de lenguaje en cuanto a morfología y sintaxis. Por otro lado, «velocidad» podría reforzarse con un adjetivo; la adjetivación cumple una función de connotación, más poética y de refuerzo al significado, expresa una cualidad y define, recalificándola, la idea o concepto que se quiere expresar con mayor agudeza, «velocidad del rayo», por ejemplo, y si se sabe si los tres hombres ya corrían con velocidad, si se quiere alargar la frase, se podría decir con la velocidad propia -y añades otra idea relacionada conceptualmente- de tres rayos ultrasónicos. Además de construir una comparación o símil; o bien, se me ocurre otro ejemplo, dando idea de determinación o explicación: » con una velocidad inusitada», si fuese el caso de que no suelen correr velozmente, dejando clara la excepción en tal contexto.

    MIS ERRORES Y LO QUE HE APRENDIDO DE TU ESTILO NARRATVO:

    Es que así me ayudas a aclararme a mí, porque construyo frases muy largas y debería hacer más yuxtapuestas, cometo muchas incorrecciones sintácticas en ocasiones por querer parecer más erudita en la materia, yo misma, las elaboro de forma que no queda claro su significado o el lector necesita realizar un esfuerzo de intelectualización, lo que yo hago como recurso puede crear confusión, y para utilizar esa técnica debes hacerlo correctamente. No lo he observado en ti, construyes oraciones claras y meridianamente correctas. Creo que nos debemos ayudar mutuamente en estas cosas, porque tienes un estilo dinámico y vas al centro, al mismo tiempo que resulta embellecedor, utilizas recursos estilísticos no convencionales y fuera de cliches sin alejarte de lo connotativo. El que tu tienes, para un relato de ciencia ficción es de los mejores estilos posibles, desde mi punto de vista. Perdona la extensión del comentario, pero me has dado una idea de cómo debo expresarme mejor. No observo incorrecciones en tu texto, ni faltas de prosodia, está muy pero que muy bien.

    ME GUSTARÁ LEEROS PARA APRENDER

    Leeré más relatos vuestros para aprender de vosotros, de vez en cuando os leo, los autores del reto sois grandes ejemplos de empatízación con diversos estilos muy buenos que puedan ayudar a desarrollar y mejorar tu propio estilo si tienes déficits, como yo en algunos aspectos que tengo que pulir. Gracias por vuestro esfuerzo y buen hacer. Sobre todo, he leído más a Maria, (Stybi).
    Un abrazo

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    1. ¡Vaya! Me has sacado los colores muchísimo, y me has dejado sin palabras… Menos mal que te puedo escribir y así tranquilizarme para poder contestarte bien a todo lo que me dices…

      Bueno, me alegra muchísimo cuando alguien me lee y le ha divertido y le ha gustado porque esta historia lleva vagando en mi cabeza desde hace años y el reto fue la excusa perfecta para dejarme de malos rollos y de malas situaciones para ponerme en serio y empezar a escribir de verdad. Así que, esta historia y su secuela (ahora te comento) son dos historias muy personales para mí, más todo lo que vendrá después.

      Respecto al tema de los fallos, pues a ver, es cierto que unísono debería pensar en alguna alternativa porque queda extraño, en ello coincido contigo y con Juan (no he encontrado el tiempo en ponerme con ello, debo admitir). Y tus sugerencias me encantan y creo que tienes razón también, el «se les» quedaría mejor y no una frase tan extraña y con «velocidad» te compro muchísimo la sugerencia, porque además quedará mucho más integrado, tanto al texto como a la acción.

      TEMA ERRORES PARA APRENDER:
      Jopé, muchísimas gracias por el apoyo, eso sobre todo, de verdad. Y respecto a las frases, te entiendo perfectamente, porque yo en realidad soy de frases largas (como habrás podido comprobar en este comentario…) y me estoy esforzando muchísimo en escribir de forma clara y concisa, pero sin perder el encanto y las figuras retóricas necesarias…. Y cuesta. Y no siempre lo consigo. De hecho, una de las maneras en las que me es más fácil es planificarme muy bien lo que quiero escribir. Cuando lo tengo esquematizado (más o menos) parto de ahí y desarrollo. Porque así tengo claro lo que quiero contar y luego ya al escribirlo pues le doy el retoque necesario o la figura retórica. Y, la verdad, escribo muy cómodo de esta manera y me ayuda a no irme por las ramas, sobre todo.

      Y nada, para leernos y aprender juntos, como casi toda la gente del reto en realidad, me apunto y puedes contar conmigo, de verdad. Y por último, o casi, afirmarte que sí, el talento que hay en el reto es una pasada, empezando por las jefas, por supuesto.

      Un abrazo.

      PD: El relato tiene una secuela directa, vamos, que continúa la historia en otra entrada: ‘Summetime’ á Menilmontant…

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