‘Summertime’ à Ménilmontant | Relato de septiembre #OrigiReto2019

Claire de Navet

AVISO A NAVEGANTES: ¡Antes de leer este relato, se recomienda leer este antes! Aunque siempre puedes arriesgarte y disfrutar igual de esta aventura. 

 

En el bar más sórdido del pequeño satélite llamado Ménilmontant, un músico ahogaba sus penas. Su saxofón descansaba entre sus pies. El barman limpiaba un vaso con un paño sucio y parecía haber caído en su propio bucle temporal.

—El amor es duro, Neville —dijo el músico mientras daba un largo trago a la copa que tenía delante.

—Eso dicen. Al menos los poetas y los filósofos —contestó el barman.

En ese momento, dejaba caer sobre el vaso un agua roñosa y gris del fregadero.

—Aunque, la mayoría que lo han dicho, eran hombres, ¿no? —dijo una voz al otro lado de la barra. Era un borracho habitual del local. Un tal Simone. Nadie importante.

—Bueno, pero eso no es relevante. La verdad es la verdad, da igual quién lo diga —contestó el músico con una mirada melancólica.

—Supongo…

Las puertas del bar se abrieron de un golpe y tres sombrías figuras se asomaron desde el dintel. Un silencio engulló el bar.

—¿Naïsh Guy? —preguntó la figura más alargada.

Neville dejó disimuladamente el trapo y el vaso encima de la barra intentando pasar desapercibido. El músico no se inmutó y siguió bebiendo. Se escuchó el carraspeo tenso de uno de los parroquianos. Las tres sombras se movieron a la vez.

—No queremos causar problemas a esta gente, Guy —dijo la misma figura de antes. Las otras dos asentían.

El hombre se acabó la copa y la dejó en la barra. El barman ya no estaba. Miró hacia el otro lado. Simone tampoco. «No puedes contar con ellos para estas cosas», pensó con una mirada al infinito. Suspiró. Se giró lentamente y un golpe seco lo volvió todo oscuro.

Retrocediendo unas pocas horas, una nave negra y estilizada aterrizaba en el hangar principal de Ménilmontant. De ella bajaron tres figuras con sendos trajes negros y corbata. Parecían nerviosos. Ménilmontant era el más pequeño de los satélites del planeta Belleville, capital del cuadrante veinte. Era el hogar de Olivier Levasseur, padrino de la mafia que controlaba todo el  crimen en aquella parte de la galaxia. Era un hombre que se jactaba de haberse hecho a sí mismo. Nadie sabía bien cómo había conseguido semejante poder en todo este tiempo. Pero todo el mundo estaba de acuerdo en que había muerto gente por el camino. Todas las decisiones importantes de cualquier tipo de crimen pasaban siempre por su despacho. Actuar a sus espaldas llevaba un riesgo que no mucha gente estaba dispuesta a descubrir.

—No deberíamos haber parado a comprar las dichosas chucherías, hermano— dijo una de las figuras negras.

—¿Querías darle la mala noticia a pelo? ¿No recuerdas lo que le pasó a padre?

—Sí, p-p-pero…

Una risa sardónica que provenía del pasillo los hizo detenerse. Era cantarina, pero grave. Marcada como con estacas de hielo. La acompañaban dos ojos gélidos y unos labios rojos convertidos en una mueca distante y altanera.

—La ira del Gran Jefe asusta, ¿verdad?

—Mme. Levasseur, no le habíamos visto, ¿cómo está? —dijo la sombra más alta con un tono de voz petulante.

—No seas pelota, buitre. No soy ninguna madame. —Sus manos se tensaron durante un segundo.

—No era su intención, Lunatique. ¿Está el Gran Jefe de buen humor, de todos modos? —dijo la segunda sombra con una sonrisa amable.

—Está de un humor de perros desde que el científico se escapó. —La mujer se sacó un cigarro y lo encendió con toda la calma del mundo. Un hilo blanco comenzó a ascender hacia el techo desde sus dedos. —Han rastreado Ménilmontant de arriba abajo y no lo han encontrado. En fin, os deseo muy buena suerte.

Lunatique Levasseur empezó a reír mientras bajaba las colosales escaleras de la mansión donde la familia vivía desde hacía veinte años. Las tres sombras se miraron durante un segundo.

—Hermano, ¿por qué te empeñas siempre en molestarla?

—¡Está claro! ¿No te acuerdas cómo intentó ligar con ella y lo rechazó delante de todo el mundo? —contestó la sombra más pequeña riéndose a carcajadas. El hermano mayor lo fulminó con la mirada y este calló de golpe, malicioso.

—No digas idioteces, Galois… Me molesta cómo se pavonea por todas partes, como si fuese la dueña de este lugar…

—Bueno, algún día lo será.

—Eso ya lo veremos.

El despacho de Olivieur Levasseur estaba profusamente decorado con una variedad incalculable de flores. Estaba obsesionado con una especie muy extraña en aquel cuadrante de la galaxia. Venus Muscipula. Y era muy difícil de cuidar. Sin embargo, era la tarea que más le relajaba. Le ayudaba a tener la mente clara, serena, sin distracciones. Sus dedos temblaron durante un segundo mientras cortaba una espina del tallo. Una gota de sudor recorría su nariz hasta la punta. Si fallaba la flor podía volverse exageradamente agresiva y perder un ojo. Tragó saliva. La puerta se abrió en silencio y entraron tres figuras y se quitaron su sombrero. Con el rabillo del ojo, Olivieur, vio a los hermanos Vautour. Sus narices aguileñas sobresalían de sus encorvados cuerpos. Puso un dedo en sus labios. Dejó con cuidado las tijeras sobre la mesa y se quitó los guantes de herrero. Se incorporó y se sentó con parsimonia en su sillón.

—¿Habéis encontrado la nave? —preguntó sin rodeos.

—No, jefe… Bueno, encontramos la esfera verde, pero…

—¿Sí?

Su voz era fría y dura. Poincaré pensó en Lunatique y en su sonrisa sardónica. Maldita familia.

—Se la llevaron unos chatarreros, jefe…

—¿Unos chatarreros?

Levasseur dio un golpe de rabia sobre su mesa y la Venus se agitó en su maceta. Y una de sus bocas enseñó los dientes. El mafioso suspiró mientras dejaba caer un líquido marrón en un vaso lleno de hielo. Los hermanos Vautour esperaban, callados con un nudo en la garganta. A veces, la mudez del Gran Jefe asustaba mucho más que sus gritos. El vaso repiqueteó.

—Nadie ha visto a ese maldito científico en ninguna parte. Y aunque lo encontremos no podremos recuperar la puñetera esfera…

—¿Ni siquiera en Belleville, jefe? —preguntó Alembert, con cuidado.

—No. Si hubiese llegado allí, yo lo sabría enseguida. No. Debe estar en esta asquerosa luna. Escondido, como una vulgar rata.

—¿Alguien le ha estado ayudando?

Los tres hermanos dieron un respingo a la vez cuando la mirada penetrante de Olivieur Levasseur se alzó con furia.

—Eso me temo. Pero, ¿quién se atrevería?

El bar «Claire de Navet» era el lugar más visitado de todo el satélite, lugar obligado para escuchar buena música, probar el mejor alcohol de aquella parte de la galaxia y sufrir una muerte rápida a manos de algún mafioso borracho. Y un grupo de turistas bailaba al son de un saxofonista nuevo que había llegado de fuera e intentaba buscarse la vida en aquella sórdida ciudad. Su nombre era Naïsh Guy, al menos su nombre artístico. En su hogar lo conocían como Connard. Tocó las últimas notas y la canción terminó con un estruendoso aplauso por parte de todo el bar. El músico hizo una reverencia y se bajó hacia la barra para refrescarse.

—Carotte, cariño ¿podrías ponerme un poco de tu mejunje especial? —preguntó con una sonrisa. La camarera se sonrojo y asintió con la cabeza.

La voz del presentador empezó a anunciar la próxima actuación y el público comenzó a vitorear con muchísimas ganas. Al escenario, para sorpresa de todos, subió con delicadeza una mujer con un elegante vestido negro y se acercó al micrófono central. El público enmudeció embelesado. Las luces se volvieron tenues. Guy agarró su copa sin dejar de mirar a la tarima. Una dulce melodía, suave, resonó con cuidado por todo el bar. Carotte agrió su rostro y se alejó de la barra sin dejar de mirar al encandilado saxofonista.

You try hard to protect me but —La voz de la mujer era cantarina pero tenía un tono grave y espeso que ponía los pelos de punta.

La batería marcaba un ritmo lento y la banda acompañaba con suavidad a la cantante, que a veces emitía una dulce sonrisa radiante. Guy empezó a caminar hacia el público. La copa se había quedado sin tocar encima de la barra. Sin apenas esfuerzo se abrió paso entre hombros y cuerpos sin dejar de mirar a la mujer del escenario que seguía cantando con su voz de sirena.

I’ve shown I’m strong. You have to trick me just to get me to think.

Naïsh Guy llegó al borde del escenario y miró directamente a los ojos a la cantante. Ella le devolvió la mirada y le dedicó una sutil sonrisa. Pequeña. Distante, pero una sonrisa al fin y al cabo. Para el músico todo su mundo dio una vuelta y se dejó arrastrar por aquella sensación tan maravillosa. Había salido de su pequeño planeta, muy lejos, para vivir aventuras como esas ¿Acaso era amor lo que sentía? No lo sabía, pero no pararía hasta averiguarlo. Un toque en su hombro lo hizo girarse. Un hombre anciano con la mirada vacía le dirigió una torpe sonrisa. Naïsh se hizo a un lado y el hombre se puso a su costado. Miró por encima a la mujer del escenario y luego al embelesado músico.

—Es preciosa, ¿verdad? —preguntó con un pícaro brillo en los ojos.

—Es puro fuego…—contestó el músico con la boca medio abierta.

—¿Fuego? Esa mujer es un huracán, muchacho. Un tornado.

—Tiene razón, anciano, parece una fuerza de la naturaleza…

Giró la cabeza para mirar al señor, pero había desaparecido. Sacudió los hombros mientras la canción pareció terminar y todo el mundo a su alrededor comenzó a aplaudir y a vitorear todavía con más fuerza. La mujer del escenario hizo una reverencia y empezó a moverse hacia la salida de la tarima. Con un pie fuera, dedicó una sutil mirada a Naïsh Guy y emitió una sonrisa clara y brillante. Era una invitación. El músico lo sabía. Recogió su saxofón, casi sin darse cuenta y sus pies se movieron nerviosos al encuentro de la mujer.

Ella se adentraba más y más entre los camerinos mientras miraba hacia atrás con una sonrisa, Naïsh la seguía sin pensar, observando su espalda desnuda. La mujer abrió una puerta y la dejó un poco entreabierta para que a simple vista pareciese cerrada. Guy se detuvo delante de ella, con una mano en el pomo sin saber bien qué hacer. Tragó saliva. El perfume de la cantante revoloteaba por todas partes. Abrió las puertas.

—Pensaba que no vendrías —dijo una voz melosa entre las sombras.

—Igual te has equivocado de persona…

—Naïsh Guy, el nuevo músico del Navet.

La forma de decir su nombre le hizo estremecer.

—¿Y tú eres? Apenas puedo verte. —dijo casi en un susurro.

La mujer apareció entre las sombras y lo empujó con sus brazos hacia atrás. Quedaron pegados en la pared.

—Lo siento, no me he presentado. Soy Lunatique.

—E-e-e-encant-tado.

La mujer sonrió con dulzura.

Varias horas después, los hermanos Vautour arrastraban a un hombre con un saco en la cabeza y lo dejaban caer al suelo con rabia. La figura del suelo empezó a gemir de dolor.

—Galois, quítale la capucha.

Naïsh Guy entornó los ojos con tristeza mientras los primeros rayos del sol lo cegaron.

—¿Dónde estamos? —preguntó sin emoción.

La culata de una pistola le rompió el labio superior.

—Nosotros hacemos las preguntas aquí —dijo Poincaré con una sonrisa burlona. —¿Dónde está el doctor Reagenzglas, Guy?

—¿Quién? No sé de quién diablos me estáis hablando.

Alembert le propinó una patada en el estómago con todas sus fuerzas. El músico ahogó un grito y su respiración se entrecortó durante unos segundos. Escupió sangre hacia el suelo.

—Puedes hacerte el duro si quieres, Guy. Sabemos que el doctor escapó en tu nave.

Naïsh Guy levantó la mirada sin miedo ninguno y miró al hermano mayor.

—No sé quién ese dichoso doctor. Solo sé, que hoy me han roto el corazón.

Los hermanos Vautour se miraron en silencio. Poincaré se acercó al músico pistola en mano. Le apuntó a la frente. Sus ojos se encontraron.

—Respuesta equivocada —dijo.

El casquete de la bala repiqueteó suavemente en el suelo.

 

 

Este relato pertenece al #OrigiReto2019, el reto de escritura creado por Stiby (ver blog) y Katty (ver blog).
Título: ‘Summertime’ à Ménilmontant
Objetivo: 20 (Escribe sobre una cita que sea un desastre)
Objetos: 10 y 17  (Un instrumento musical y  un tornado)
Palabras: 2007 (según contadordepalabras.com)
Test de Bechdel: No
Medallas: Destino Funesto (3/3)

Las imágenes utilizadas no son de mi propiedad, pertenecen a sus dueños: si quieres disfrutar de más imágenes similares con una belleza semejante podéis hacerlo yendo a este enlace o directamente a su propio instagram.

5 comentarios sobre “‘Summertime’ à Ménilmontant | Relato de septiembre #OrigiReto2019

  1. Buenos días

    Un relato magnífico. Veo que continúas la historia del anterior y que en este vas dando más pinceladas de como es el universo en el que sucede todo. El ambiente de estos relatos me recuerda mucho a una mezcla entre «space opera» o quizá, mejor, ciencia ficción-clásica y novela negra. La crueldad de los hermanos «matemáticos» (Galois, Alembert…) el ambiente del bar donde sucede la cita… todo ello en un entorno donde hay tecnología, naves espaciales y diferentes planetas.

    Muy interesante, también, que la mayoría de nombres de planetas y ciudades estén en francés.

    Solo un detalle, tan tonto y tan de «mijita» que me da vergüenza comentarlo, pero otra cosa no he visto. En «Pero, ¿quién se atrevería?» quita la coma. Lo supe hará algo menos de un año, no se debe poner coma entre un Pero y un inicio de pregunta. Es una especie de excepción.

    Espero que continues desarrollando esta historia y esta ambientación en sucesivos relatos, incluso aunque no pertenecieran al OrigiReto.

    Un saludo.

    Juan.

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    1. ¡Muchas gracias! La verdad es que todo forma parte de un universo bastante grande que ha ido cogiendo forma poco a poco y me encanta poder compartirlo y expandirlo muchísimo más. Y que no se quede encerrado en un cajón cogiendo polvo. Así que me encanta que haya lectores y lectoras que puedan disfrutar de lo que estoy creando.

      Respecto a las referencias culturales, pues sí, está hecho aposta, al menos he intentado darle un toque «noir» al relato con los mafiosos «matemáticos» y el capo de la mafia con su hija que es una especie de «femme fatale» (aunque ya digo desde aquí que no lo es, en realidad), pero, bueno, esa es un poco la esencia. Sobre todo en las partes de la mafia en este cuadrante dónde todo tiene un toque chic y francés.

      ¡Gracias por la corrección! Me la apunto para la próxima, y de nuevo, muchísimas gracias por pasarte por aquí.

      Nos leemos.
      Miguel.

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  2. Me encanta la forma de narrar que tienes, te lo comenté desde el comienzo, y me has enganchado desde el comienzo. También me gusta que sigas la historia de tú relato anterior :3 se te da bien seguir historias y dejas un punto de vista muy narrado a la americana, enganchas 😛 bien hecho ^^ no me alargo en el comentario xq voy tarde xD pero digno de gamba ;3

    .KATTY.

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    1. ¡Muchas gracias! La verdad es que tenía ganas de continuar la historia (y espero volver a traer alguna historia más en el futuro) porque, como ha quedado claro, todavía queda camino por recorrer en todo esto y de descubrir muchas cosas. Y me encanta que te guste y te haya enganchado y lo hayas disfrutado, me hace muchísima ilusión. Solo tengo una pregunta, ¿A qué te refieres con «muy narrado a la americana»? No sé si te refieres al estilo, al tema, no lo sé, pero me encantaría saberlo 😎

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  3. Me ha encantado esta continuación, por un momento pensé que ibas a introducir de nuevo a los personajes de los chatarreros pero ha sido un recurso efectivo el hecho de que hayas introducido ya la segunda trama o una subtrama diferente con una ambientación que -lo ha expresado mejor Juan que yo, jijiji- a mí me recuerda a las secuencias del bar de la tercera película de la saga de Star Wars, en concreto, y sin tantos personajes variopintos en la tuya, el Retorno del Jedy clásico, los diálogos abren acciones que no son sobrevenidas, el factor sorpresa en el desenlace y el final aporta un plusvalor al argumento, ya de por sí muy de cowboy interestelar y definido a la perfección. Combinas muy bien diálogos y conversaciones icónicas, con descripciones breves y concisas que van al epicentro del objetivo, contar una historia por etapas o capítulos y que resulta amena y bien estructurada, ¿me equivoco? Excelente el control de las exprexiones coloquiales. Muy bueno y disfrutado.
    Un abrazo 🙂

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